Volver a escuchar (y sonreír)
Anualmente, 2 a 3 usuarios adultos que llegan al Hospital Base San José Osorno, son candidatos para usar implante coclear al padecer de sordera profunda bilateral y en que el uso de audífonos ya no es suficiente. Para estos casos, es necesario recurrir a una cirugía de implante coclear cuya función principal es estimular eléctricamente el nervio auditivo y que el cerebro finalmente lo procesa como sonido.
Debido al alto costo que tiene dicha operación (que bordea los 18 y 20 millones de pesos), existen programas nacionales de implante coclear que cubren dicho tratamiento. Uno de ellos es a través de la garantía GES para niños con hipoacusia moderada en menores de 4 años. Para el caso de los adultos, existe el Programa de Implantes Cocleares Fonasa/Minsal.
“Para el caso de adultos, se trata de cupos limitados para todo Chile, donde existe un criterio de selección que reúne los antecedentes clínicos, por ejemplo personas con hipoacusia post – locutiva con una evolución igual o menor a tres años y que tengan posibilidad de reinserción ya sea escolar o laboral; además de evaluaciones psicológicas, sociales y fonoaudiológicas. Se analiza las características del tiempo en que llevan esta sordera o si es secundario de otra patología, se trata de usuarios con sorderas profundas donde ya no funciona el audífono. En el caso de los adultos son personas que alguna vez escucharon antes y que fueron perdiendo su audición por alguna patología congénita o hereditaria”, enfatiza el Dr. Francisco Gómez, Otorrinolaringólogo del Hospital Base San José Osorno.
Son dos veces al año que los candidatos a implante pueden postular, cada antecedente revisa y se reevalúa para ver si son favorecidos o quedan en lista de espera. Este año son 2 usuarios adultos del HBSJO, favorecidos con trasplante coclear y beneficiarios de uno de los programas.
“Esta operación les permite volver a escuchar y desarrollar su lenguaje, rescatando varias capacidades que fueron perdiendo en el tiempo. En términos simples, los implantes cocleares se realizan a través de una cirugía donde se trabaja con dos dispositivos que van integrados a la cloquea y al oído interno; a través de la cirugía se introducen electrodos y un dispositivo externo llamado procesador. Es así como se genera con un estímulo electrónico al nervio auditivo y finalmente el cerebro lo procesa como sonido”, aclaro el facultativo.
Luego de la operación viene el trabajo más complejo que es la rehabilitación, como explica el Dr. Gómez, es un trabajo a largo plazo donde el usuario debe aprender a trabajar con esa audición en un proceso de rehabilitación auditiva con un equipo multidisciplinario.
Para ese trabajo complementario, son fundamentales las sesiones de trabajo que realizan los fonoaudiólogos con cada paciente. Estas sesiones varía entre un año y más, de acuerdo a las características y al desempeño que manifieste cada usurario.
En ese sentido, Lorena Swart, fonoaudióloga del HBSJO, comenta en general los adultos se adaptan mejor al implante porque ellos escucharon en algún momento pero que por enfermedades congénitas o producto de otras patologías, fueron perdiendo su audición en el tiempo. “Lo que se evalúa con estos pacientes es cómo ellos perciben los sonidos a través de este aparato, saber diferenciar los sonidos, su duración, sonidos de ambientes, palabras. Por lo general los sonidos que más cuesta diferenciar son los agudos, en una etapa superior se trabaja con sonidos más suaves como el viento o la lluvia además del decodificar el lenguaje y la comprensión lectora”.
Magdalena Gómez, comenzó a perder su audición a los 20 años y se le diagnosticó hipoacusia hereditaria o genética, “mi caso es hereditario, mi papá, mis tías y hermanos, una de ellas operada también. Recién me preocupé cuando me afectó el otro oído”.
“Los audífonos que me recomendaron en su momento, no me sirvieron y en aquel entonces no había financiamiento para mi caso, solo para los niños. Luego de ir a un centro privado hace 3 años, me dijeron que no me podían operar.
“Me dio una depresión porque no podía trabajar de manera normal y eso me complicaba pero Dios me ayudó y una familiar insistió en ir a otro especialista. Tomé mis exámenes y un asistente social de este hospital, me ayudó con mis papeles desde el año 2014 y en marzo postulamos para la operación y en junio me avisaron que quedé seleccionada para la operación”.
Como explica la profesional el cerebro se va adaptando en la medida que también exista el apoyo y trabajo con los otros sentidos, “los pacientes en general tienen buen resultado, aunque puedan existir problemas con ciertas palabras, pero para esos casos es esencial el apoyo visual que complementa al sonido, más que nada por la entonación y énfasis de las palabras. En general se integran muy bien a la vida cotidiana y laboral”
“En Puerto Montt, realizamos pruebas para evaluar la capacidad y porcentaje de percepción acústica del usuario, esto nos ayuda a fundamentar cada alta pero también es consensuadas con el paciente, cuando ya se siente seguro y más independiente. Luego de eso el usuario se va evaluando cada 6 meses o 1 vez al año”, aclara la fonoaudióloga.
En agosto del 2015, operaron a Magdalena Gómez en Santiago, la operación fue un éxito y ahora he estado en trabajo de rehabilitación con controles cada dos meses y a partir de octubre, con controles anuales.
“A mi hermana la operaron de lo mismo en agosto de este año y ahora está empezando su proceso de adaptación. En mi caso aún me cuesta escuchar cuando me hablan detrás por eso estoy trabajando con la fonoaudióloga. Estoy feliz, si no existiese este programa no me hubiese podido operar por los costos. Simplemente agradecida de Dios y de la gente que me apoyó en este hospital”, finaliza Magdalena.
Por: Marcos Lavado, Jefe Comunicaciones HBSJO