“En palabras simples, es aterrador y ese temor tiene que ver con no saber que está ocurriendo, la mente, el cuerpo. Uno queda inmerso en eso y no sabe qué es lo que está ocurriendo a nuestro cuerpo, que es tan conocido desde pequeño y llega a un estado que no responde a ninguno de los requerimientos que uno acostumbra. Esa sensación visceral es de terror y angustia”, comenta Gerardo Garrido, quien sufrió un ACV en febrero de este año.
El 29 de Octubre se conmemoró un nuevo Día Mundial en prevención del Accidente Cerebrovascular (ACV); de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año alrededor de seis millones de personas en el mundo, mueren a raíz de un ataque cerebral, transformándose en la patología neurológica más común y primera causa de discapacidad en la población adulta. En los países desarrollados es una de las primeras causas de muerte, junto a las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
Llevando esta cifra a nuestra realidad, en Chile, los Accidentes Cerebro Vasculares (ACV) figuran entre las 10 primeras causas de muerte en hombres y mujeres, a partir de los 20 años de edad. Sólo en el 1999 correspondió a la segunda causa específica de muerte, con un 9.6% del total, aventajada sólo por la enfermedad cardiovascular (Guía Clínica GES 2006 ACV Isquémico).
Ya en julio del 2006, el ACV de tipo isquémico o de trombosis cerebral, fue incluido en el listado patologías o condiciones de salud que formarán parte del “régimen de Garantías Explícitas en Salud” (GES).
“Muchos pacientes llegan confundidos o perdidos, sin saber fechas, nombres, edades, que muchas veces va acompañado de depresión, falto de interés y sensibilidad. El cerebro es muy complejo y mucho de los trastornos psiquiátricos, donde la persona siente extrañeza de la propia realidad, de su entorno. Cuando despertamos de un ataque, cada paciente tiene una reacción distinta, muchas veces se tratan de comunicar y no pueden. Esto impulsa el miedo, ansiedad y que en algunos casos decanta en una depresión”, explica el Psicólogo del Hospital de Río Negro, David Martinez.
El ACV
Se entiende por Accidente CerebroVascular como “un síndrome clínico de desarrollo rápido debido a una perturbación focal de la función cerebral de origen vascular y de más de 24 horas de duración (OMS)”, los pacientes que sobreviven quedan con distintas secuelas que pueden provocar distintas limitaciones, principalmente motoras, sus consecuencias van a depender del lugar y el tamaño de la lesión.
En palabras simples, se trata de una obstrucción de la arteria que produce que una parte del cerebro pierda circulación sanguínea, esa obstrucción es provocada principalmente por los factores de riesgo tales como la hipertensión, diabetes y el colesterol alto.
En octubre del 2014, Ana Marita Alvarez, sufrió un ACV sin que percibiera mayores síntomas de alerta, “Me encontraba trabajando en Santiago como asesora del hogar, el Accidente me dio a eso de las 11 de la mañana, en ese trayecto fui a buscar a la niña al colegio, cuando iba en la micro, sentía la lengua pesada y el brazo derecho lo sentía pesado, y ahí me llevaron al hospital el Salvador. Estuve 9 días en cardiología. Nunca supe de enfermedades, era reacia a ir a médico y ahí me encontraron que era hipertensa. Si bien sentía dolores de cabeza, pasaba como eso nada más, nunca me imagine que podía suceder”
Como explica el Dr. Patricio Sotomayor, Neurólogo del Hospital Base Osorno, antiguamente se consideraba que era una enfermedad de paciente mayor, sobre 60 años “pero como los factores de riesgo aumentan para todas las edades, hemos tenido pacientes jóvenes, por ejemplo pacientes fumadores. Hemos tenido pacientes desde 30 años en adelante y un grupo grande entre los 50 y 60 años. Como los pacientes están en edad laboral, es fundamental un buen tratamiento para que la persona se reintegre a su labor habitual.”
“Como es un Accidente, esto puede pasar en cualquier circunstancia y se nota porque hay un cambio brusco de alguna facultad que alguno pierde, no poder caminar, no poder hablar, pesadez en alguna extremidad, me cuesta comunicarme y necesitas de otro para realizarlo, en otras palabras, esos síntomas nos hacen sospechar que es un ACV tiene porque aparece de manera brusca y limitante”, enfatiza el Dr. Sotomayor.
Algunos de los síntomas comunes de los ACV se relacionan con la confusión, cefaleas, mareo, pérdida de memoria, disfagia, perdida equilibrio o fuerza en las extremidades de un lado del cuerpo, afasia verbal, dificultad para hablar, hemiplejia y pérdida de visión.
“Se percibe la realidad de forma distinta, lo primero que uno siente es miedo, un temor grande a no saber que está pasando. Es una situación impropia que genera desconcierto, sentir algo que nunca ha ocurrido y qué sucederá. Todos actuamos de manera diferente, puede ser por la percepción, pero la gran sensación que predomina es el miedo porque notamos que luego de un ataque reaccionamos de manera distinta, no saber que está ocurriendo en el cuerpo de uno. Uno necesita que esa incertidumbre se vaya disipando, eso genera angustia”, añade don Gerardo.
FACTORES DE RIESGO
Los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares son los mismos que determinan la incidencia de infarto cerebral, por ende algunos factores de riesgo están asociados a conductas de estilo de vida como el tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, obesidad y hábito sedentario y también factores fisiológicos tales como la hipertensión arterial, fibrilación auricular, diabetes, dislipidemia. Estas enfermedades mal cuidadas se transforman en factores de riesgo que pueden tapar las arterias y normal circulación.
Mario Silva sufrió un ACV en octubre del 2014, “para mí fue algo repentino, iba cojeando y me pareció raro, ahí pasó algo más fuerte y al día siguiente me sucedió el accidente. No me di cuenta porque siempre fui un hombre activo, soy camionero, comerciante, vendedor, entonces tenía una vida muy activa. Sin ningún vicio”
Agrega que su mayor dificultad es la modulación. “De las manos ya estoy bien, gracias a la terapia que he recibido y la fe que he puesto en recuperarme. Vengo tres veces a la semana a hacer terapia, prácticamente he vivido aquí. El resto de los ejercicios los hago yo solo en mi casa, ¼ de hora de calentamiento y ¾ de hora de gimnasia”.
La historia de Maximiliano Hitschfeld se remonta mucho más atrás, hace 5 años, con apenas 24 de edad “jugando rugby le dieron un golpe en el pecho que le tapó una arteria y a los dos días le dio un paro cardiorespitarorio donde estuvo alrededor de 12 minutos prácticamente muerto. Lo trasladaron a Puerto Montt, donde estuvo casi un mes hospitalizado; luego de eso, por recomendación del cardiólogo se fue a Santiago y le colocaron un desfibrilador”, explica María José Robertson, novia de Maximiliano.
“El ACV se le produjo después porque Max no fue constante con su tratamiento; estuvo casi 5 meses sin seguir su tratamiento, sin tomar anticoagulante, etcétera, lo que pasa es que él se siente bien y cree que no tiene que seguir tratamiento. El asunto es que ese tratamiento debía seguirlo de por vida. Como no lo siguió al pie de la letra, se le produjo un coagulo que llegó al cerebro y eso produjo el ACV que le paralizó todo un costado de su cuerpo”, añade María José.
TRATAMIENTO Y TROMBÓLISIS
“Iba camino a mi casa a eso de las 9 de la mañana, cuando de repente un caballero que barre en la calle me dice que me acerque porque no iba bien, en eso me intento apoyar en el cerco y me di cuenta que mi mano no respondía. Llamé a mi casa, vinieron a buscarme y según yo me sentía bien, pero a esa altura ya mi brazo y mi pierna ya las sentía trabadas, me vi al espejo y mi cara estaba deforme. Ahí fue cuando me trajeron de inmediato al hospital. Ahí fue cuando me atendió el Dr Sotomayor me hicieron diversos exámenes e hicieron una trombólisis conmigo”, enfatiza Maximiliano.
“El tiempo es cerebro”, explica el Dr. Sotomayor, quienes como equipo de neurología trabajan de turno en el hospital y tratan de pesquisar al paciente en el mayor tiempo precoz posible. “Si un paciente llega con síntomas sospechoso de ACV, se le comunica inmediatamente al neurólogo que está de turno y él evalúa si efectivamente es un ACV u otro cuadro, en la medida que acortamos el tiempo de daño del cerebro, la evolución es mejor”.
Como describe el especialista, si existe la sospecha de estos síntomas, es preferible consultar en la Urgencia más cercana. Por lo general cuando llegan al hospital es porque ya ocurrió el ACV, por ende lo que recomiendan es prevenir este tipo de accidente, es decir, ser consciente si la persona es hipertensa, paciente diabético o cualquiera de los factores de riesgo, es imprescindible llevar un tratamiento de estas enfermedades para prevenir un ACV.
En términos simples, existen dos tipos de ACV, la primera es la Trombosis, que se produce cuando se tapa una arteria y la sangre no llega a una parte del cerebro y la otra es la hemorragia, que se produce cuando se rompe una arteria y el cerebro sangra. La manera de discriminar entre una y otra es a través de un scanner cerebral. Para el primer tipo de accidente se puede hacer un tratamiento de Trombolisis.
“Si yo logro llegar al hospital y ser evaluado, antes de las 3 horas de inicio de los síntomas, eso significa que yo podría optar a un tipo de tratamiento que puede ser más afectivo. La trombolisis consiste en colocar un medicamento a la vena, que permite disolver el coágulo que está tapando la circulación de la sangre y los resultados que hemos tenido son mucho mejor. Si por alguna razón no alcancé a entrar en esas 3 horas, igual hay opción de tratamiento, pero siempre hay que tratar que la llegada del paciente sea lo más oportuno posible ya sea para caso de trombosis o hemorragia”, enfatiza el Dr. Sotomayor.
Agrega además que al momento de llegar un paciente con ACV, se trata de un paciente único “nosotros tenemos un protocolo, donde hacernos un screening de estudio para buscar cual fue la causa exacta por la que llegó el paciente, si es por colesterol alto, por problema al corazón, entre otros y eso hay que hacerlo con todos los pacientes”.
Los casos más frecuentes de pacientes que llegan al hospital, son por la diabetes, hipertensión y el colesterol alto, pero también algo que va aumentando en frecuencia es el tabaquismo, que se agrega otro factor importante de riesgo. En promedio estamos hablando de unos 300 casos nuevos al año que ingresan al HBO.
Las secuelas de los pacientes son variadas, dependiendo la edad, sus factores de riesgo, pero lo más frecuente son las secuelas de la parte motora, la parte física. Esto puede ir desde un extremo, donde la persona puede quedar postrada, o con una secuela menor que me permita funcionar con mis actividades pero con alguna lesión. Si el paciente no coopera con su tratamiento, existe también el riesgo que sufra un nuevo ACV.
“Pero también hay pacientes que tienen muy buena evolución y no quedan con secuelas evidentes y ese paciente retoma su vida absolutamente de manera normal, sobre todo si son pacientes que han sido tratados con trombolisis”, enfatiza el Dr.
PROCESO DE REHABILITACIÓN
Desde el año pasado, en el Hospital Base San José Osorno existe el “Programa ACV ambulatorio” que inició como una estrategia a nivel nacional el año 2014 para el fortalecimiento de la rehabilitación de los pacientes que han sufrido un ataque cerebro vascular en los hospitales de mayor complejidad. Esto fue impulsado por el Programa de Rehabilitación del MINSAL en conjunto con los Servicios de Salud.
Los objetivos del equipo conformado por kinesiólogo, fonoaudiólogo y una terapeuta ocupacional, apuntan a otorgar prestaciones con enfoque multidisciplinario a estos pacientes; Dar continuidad a las personas con ACV a la salida de la UPC; Facilitar la integración familiar y en lo posible social, a la persona que ha sufrido un ACV y Disminuir los días cama.
“Es una filosofía de rehabilitación que está basada en el paciente, en su contexto y cómo se desenvuelve. Terapeuta, paciente y familia. Hay pacientes que tienen buena tolerancia, los que tienen mayor compañía de la casa tiene resultados más eficientes. Cuando los acompañantes se van turnando se complica el trabajo de rehabilitación pues no tienen bien clara la frecuencia de trabajo, el tiempo que corresponde el ejercicio”, explica Tomás Esparza, Fonoaudiólogo del HBO y parte del equipo de Rehabilitación.
El programa como mínimo trabaja con los pacientes una vez a la semana en sesiones de 45 minutos a 1 hora, por eso se hace esencial es el trabajo en el hogar. Los especialistas dan las instrucciones básicas para poder ejercitar en la casa, se entrega pauta e indicaciones para que se lleven y trabajen de manera rutinaria.
“Al momento de ingresar un paciente con ACV al Hospital Base, es evaluado por médico en UPC / UTAC y él es quien indica la rehabilitación; el equipo del programa ACV Ambulatorio evalúa al paciente ingresa a programa de atención; una vez dado de alta el paciente queda citado a tratamiento ambulatorio (previamente seleccionados). Se le hace un seguimiento aproximado por 3 meses (hasta 36 sesiones), definido por médico tratante (neurólogo y/o Fisiatra) en conjunto con los demás profesionales”, comenta el fonoaudiólogo.
En el articulo El accidente cerebrovascular desde la mirada del rehabilitador el Dr. Moyano, explica que el ACV es un gran generador de discapacidad, tanto física como cognitiva. “De la población que sufre ACV, un 15 a 30% resulta con un deterioro funcional severo a largo plazo, lo que implica un alto grado de dependencia de terceros.
Maria Elena Santana, es esposa de René Reyes quien sufrió un ACV en noviembre del 2014, y desde el primer momento lo ha acompañado a todas las terapias, además de realizar ejercicios de rehabilitación en su hogar, “En enero comenzamos a hacer la terapia y lo he acompañado todos los días, nunca lo he dejado solo. Lo más grande ha sido que desde su accidente, uno está más preocupada por él, en todo sentido, que le pueda ocurrir algo más grave. Otro cambio es que él estaba trabajando, entonces le da impotencia no poder hacer las cosas de antes. Entonces he llegado a retarlo para que se cuide. Mis dos hijas trabajan, por lo mismo, la mayoría del trabajo lo hago yo con él. Ayudándolo a hacer ejercicios, él tiene que barrer en la casa, lavar la losa”.
En tanto para Marta Oliva, esposa de don Gerardo, la vida le dio un giro total, “Uno se siente responsable de la persona. El caso de nosotros, en esta situación nos cambió la vida, cambia la vida para ambos, la ansiedad se pone a prueba, el poder asumir responsabilidades que nunca pensaron realizar. No es simple, era la persona en el que uno podía descansar pero se invirtieron esos roles. Es importante el compañerismo y dejar de lado la ansiedad y exigencias al compañero.
EVALUACIÓN
Como describe en el artículo del Dr. Moyano,se trata de un proceso complejo, que abarca distintas dimensiones y a su vez, limitado en el tiempo e individual, “trata de conseguir una situación funcional, familiar y social lo más próxima a la que el paciente tenía previo al ACV. De esta forma, los problemas detectados y las medidas que se deciden realizar en cada paciente con ACV deben estructurarse dentro de un programa de rehabilitación específico e individualizado”.
En ese sentido, reconoce 5 grandes funciones que cumple la rehabilitación en el ACV:
1. Prevenir y tratar complicaciones intercurrentes.
2. Entrenar al paciente para una máxima independencia funcional.
3. Lograr la adaptación psicosocial del paciente y su familia.
4. Reintegrar en la comunidad (incluyendo actividades del hogar, familiar, recreacional y vocacional).
5. Mejorar la calidad de vida.
“Nosotros usamos test, escalas y encuestas para ir evaluando la rehabilitación, estos test lo llenan los propios familiares. El alta en este programa es progresiva, es decir, vamos a llegar hasta cierto punto pero el paciente debe seguir trabajando en sus consultorios. Hemos dado pacientes de alta, la rehabilitación, como dice la literatura, por lo general llega después de 2 años que sufren un ACV. Dar el alta tiene que ver con el sentir del paciente”, enfatiza Tomás Esparza.
La idea del Programa de Rehabilitación del ACV del Hospital es buscar que el paciente se rehabilite en un contexto determinado e intentar que el paciente retome lo que el hacía antes de tener el ACV. La idea también es educar a los demás familiares e incluirlos en el trabajo de rehabilitación. La rehabilitación se completa cuando la persona siente placer de hacer las cosas que antes hacía en su contexto de vida.
“Ahora tomo conciencia que el tomarse una pastilla, toma 1 segundo y te ahorras todo el tema mayor de los accidentes. El apoyo de la familia, los amigos, el de mi pareja y mi bebé es fundamental. En ese momento que ocurrió todo, tenía apenas 3 meses, fue muy doloroso no poder verla y compartir con ella. Todo eso te va enseñando a tomar conciencia”, aclara Maximiliano.
“No hay que perder la fe en cada tratamiento. René ha tenido harto apoyo del hogar. Yo sé que no será igual que antes, eso ya lo asumimos. Hay que dar gracias a Dios, que en la casa camina, no siempre, pero camina y lo hace más independiente. Luego de las terapias, mi esposo llega con otro ánimo, se siente mejor. Sus hijas lo llaman. Tiene todo nuestro apoyo”, agrega Maria Elena Santana.
Finalmente para Ana Marita Alvarez, el trabajo y los buenos resultados, siempre deben ir acompañado del esfuerzo personal que le puedan poner, “Ahora vivo en San Pablo y viajo a Osorno con mi prima, me dijeron que el proceso de rehabilitación sería largo pero uno tiene que tener paciencia y con esfuerzo, salir adelante. El hecho de compartir con más gente y uno se trata de superar cada día más. Hay que poner de uno, si uno no pone ese esfuerzo, de nada servirían las terapias. Hay que saber superarse y salir adelante”.
Por: Marcos Lavado Mancilla. Periodista, Encargado de Comunicaciones y Relaciones Públicas HBO.